De Matosinhos a Oporto
Siguiendo los pasos de Álvaro Siza
Oporto no sólo es famoso en el mundo entero por la calidad de los vinos a los que cede el nombre. Es una ciudad que está declarada Patrimonio de la Humanidad, donde el fútbol y la cultura se dan codazos porque muchas veces van de la mano.
De orígenes ancestrales, sin embargo se renueva constantemente como bien demuestra la influencia de la obra del arquitecto Álvaro Siza. Eso sí, la noche de San Juan es una fiesta “eterna”, capaz de aguantar el paso de los tiempos. Oporto está viva gracias a las creaciones de un genio, que ha hecho de la arquitectura su lenguaje.
En realidad, sólo la autovía separa Matosinhos de Oporto. Hoy en día, Matosinhos es conocido por ser la cuna de Álvaro Siza, el arquitecto vivo más importante de Portugal. Corría el año 1933 cuando Siza vio la luz en Matosinhos. Dice su biografía que tras visitar Barcelona y enamorarse del legado de Antonio Gaudí se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de Oporto.
Hoy en día, en Matosinhos se puede contemplar el Ayuntamiento, que es una de las obras más representativas de Siza, y las Piscinas del Mar, donde queda claramente expuesta la arquitectura al servicio de la naturaleza, siempre remarcada por colores y formas. La Casa Ferreira da Costa y el Café Boa Nova, asomado al Atlántico, son otros ejemplos de la creatividad vanguardista de Siza.
Pero para conocer la obra de Álvaro Siza con todo su esplendor hay que ir a Oporto. La ciudad que se recuesta sobre la ribera derecha del Duero, haciendo que sus seculares casas se vuelquen sobre el agua. Oporto ha sabido renovarse y ofrecer algo más a sus visitantes. Es imposible que alguien quede indiferente ante la belleza del puente de Dom Luis I o la Catedral o la Torre de los Clérigos o… La lista es interminable, abarcando numerosas iglesias, el Palacio Arzobispal, el teatro de Sao Joao y los restos de la muralla. Y es que Oporto sigue guardando la esencia de su pasado medieval…
Sin embargo, junto a todo lo escrito, Oporto también es una cita obligada para las vanguardias. Aparte de su nostálgico casco histórico, la ciudad continúa su vida creando nuevos espacios. Y aquí es donde entra en juego la capacidad creativa de Álvaro Siza, que ha sabido armonizar volúmenes vanguardistas con su esencia clásica.
Una visita a algunos de los edificios de Siza basta para hacerse una idea del concepto arquitectónico del nuevo Oporto. La Casa Manuel Magalhaes, en la avenida dos Combatentes, y la Facultad de Arquitectura, un armonioso conjunto de muros opacos y vanos por los que se filtra la luz, son exponentes supremos del arte del arquitecto.
Pero las cosas no quedan aquí ya que casi más de dos decenas de edificios en Oporto llevan la firma de Álvaro Siza, como algunas tiendas que salpican las grandes avenidas de la ciudad o la Fundación Serralves, cuyas líneas arquitectónicas dan todavía más esplendor a las bellas pinturas que cobijan sus muros. Todas las construcciones de Siza se caracterizan por el minimalismo constructivo, siempre acompañadas por la luz, que tiene que ser capaz de iluminar los espacios más pequeños que se puedan imaginar.
Así es el Oporto moderno, ésa ciudad que ha sabido subirse al “carro” de los nuevos tiempos. Sin embargo, no por ello ha abandonado, afortunadamente, sus tradiciones. Y una de ellas es la fiesta que se celebra en la noche del 23 al 24 de junio para celebrar la llegada del solsticio de verano. Es la noche de San Juan.
Siempre que uno pueda acercarse hasta Oporto en junio es muy recomendable disfrutar con la festividad de San Juan. Esa noche, toda la ciudad se “viste” de fiesta. Jóvenes y mayores se lanzan a la calle provistos de ramas de toronjil y ajo para “agredirse” mientras se encaminan a Fontainhas. Las hogueras calientan la noche, aunque no haga falta, y las “rusgas” alegran las calles con su música y bailes. La fiesta sólo se acaba cuando llega el nuevo día, cuando el sol vuelve a iluminar con sus rayos las aguas del Duero.
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